jueves, 20 de abril de 2017


Muchas cosas pasaron estos últimos meses. Cosas buenas y cosas que preferiría olvidar.
En este tiempo armé un montón de planes nuevos, retomé cosas que había dejado sin terminar y reforcé los ánimos para poder enfrentarme al mundo y a aquellas cosas que me gustan.
Tengo muchas entradas en el borrador, algunas verán la luz en algún momento y otras simplemente quedarán en el olvido, porque así lo deseo, porque esas cosas es mejor olvidarlas...

Por lo pronto, y porque prefiero hacer caso al Doctor cuando dice que "(time) is more like a big ball of wibbly-wobbly timey-wimey stuff" (si, lo escribo en ingés porque suena mejor. Don't judge me), en lugar en empezar por las cosas más viejas como debería ser, sólo voy a hablar de aquello de lo que tenga ganas y eso es Semana Santa.

Bah... Más que de semana Santa, voy a hablar del sádabo. Aprovechando el finde largo, mi hermano decidió viajar a Capital a visitar a una amiga y de paso pasear por la ciudad que tanto le gusta (no sé porqué, Capital es un caos horrible de gente). Antes de salir, habíamos acordado que el jueves y viernes los iba a pasar con la amiga y el sábado y domingo iba a viajar a La Plata para pasar un rato conmigo.
Sin embargo, el viernes a la noche cambiamos los planes. Como La Plata no tiene mucho que le pueda interesar, decidimos que yo iba a ir a Capital, íbamos a pasear todo el día y a la noche íbamos a volver a La Plata.
El sábado me levanté antes de la salida del sol (léase entre las 6.30 y 7.00 am), me arreglé y partí para Retiro. Llegué a eso de las 10.00 y me encontré con mi hermano que me esperaba en el pie de la torre del reloj. No teníamos planes, salvo por el hecho de que tenía que estar tipo 15.30 en el obelisco para entregar unos collares, así que decidimos hacer lo que salga y eso terminó siendo tomar el tren que nos dejaba en el barrio chino.
Mi café. Más tierno! <3


Yo ya había desayunado, pero mi hermano no, así que después de dar unas vueltas por el lugar y comprar algunas chucherias (a.k.a. sahumerios y un té en hebras de chocolate que me regaló mi hermano), entramos en una cafetería a tomar algo. El lugar era hermoso, pero soy tan colgada que no saqué fotos. Pedimos unos cafés con tostadas y hablamos un poco de todo.Después de eso dimos unas vueltas más, mi hermano compró unas galletas de la fortuna para que pruebe porque le dije que nunca había comido una y, viendo que ya casi era mediodía, volvimos a Retiro para partir hacia el obelisco. Decidimos ir caminando así pasabamos por la plaza San Martín para ver el monumento a los caídos en Malvinas, sólo para encontrarnos con que lo habían cercado con rejas y estaba cerrado, así que no pudimos ver las placas de cerca.
Y el de mi hermano. También super lindo.
Según palabras de él
"Daba pena tomarlo"

Como todavía era temprano fuimos a dar una vuelta por el centro, entramos a galería Pacífico, dimos una vuelta por todos sus pisos y seguimos camino hasta llegar a la casa rosada. Allí nos encontramos con que estaban haciendo visitas guiadas por el interior, pero tenías que tener reserva así que no pudimos entrar y, en su lugar, fuímos al museo de la casa rosada e hice sonar los detectores de metales con mis placas (ups! I guess that's inevitable when you're made of metal). El museo era hermoso, presentando toda la historia de todos los presidentes argentinos y todo eso. Sin embargo, lo que más nos gustó fueron los detalles de los muebles y libros presidenciales. Y quedamos enamoradísimos de las bandas!





Galleta de la fortuna que trolleó a mi hermano. Es tan genial que teminé guardándolo. Jaja

Mientras estábamos en el museo la hora siguió pasando y terminamos llegando al obelisco justo para recibir mensaje de la chica a la que le había vendido los collares avisándome que ya estaba ahí.
La banda que se llevó todos mis suspiros <3
Dato curioso: mientras estábamos en el obelisco, escuchamos que alguien llamaba nuestro apellido y cuando alzamos la vista resultó ser un primo, también de Concordia, que andaba paseando por Capital con la novia. Ninguna de las partes sabía que la otra andaba por el lugar así que fue una sorpresa, sobretodo porque difícilmente nos encntramos en Concordia. Qué chico resultó ser el mundo!!
Una vez entregados los collares, fuímos a almorzar algo (terminamos en un Burger King) y volvimos a la casa rosada para ver si encontrábamos a quién preguntarle sobre el horario del arriado de bandera. Por el camino entramos a la catedral para ver el mausoleo donde descansan los restos de San Martín y junto al que se enceuntran los restos de un soldado desconocido. Dimos una vuelta por el resto de la catedral, tratando de no molestar a la gente que se encontraba rezando, y admirando la belleza de esas construcciones.
Luego de preguntar a 3 o 4 personas sobre el arriado (fun fact, todos nos dijeron horarios distintos), seguimos andando hasta llegar a Puerto Madero.
Mi hermano quería ver si la Fragata Libertad estaba en puerto, pero después de googlear un poco se encontró con que andaba por Brasil así que sólo dimos unas vueltas, atravesamos en puente de la mujer sólo porque yo dije que nunca lo había atravesado y volvimos a la casa rosada para encontrar un banco donde descansar y hacer tiempo para ver el  arriado a la bandera que, si era a las 18.00 como uno de las tantas personas a las que le preguntamos nos había dicho, entonces sólo faltaban unos minutos.
El arriado fue, en efecto, a las 18.00 y es un evento que realmente recomiendo que vean aunque sea una vez en sus vidas, sean turistas o no.
Una vez terminado, a eso de las 18.15 o 18.20, partimos rumbo a Constitución para volver en tren a La Plata.

Al final de todo y más allá del cansancio de caminar todo el día, puedo decir que pasé un momento genial y pudimos compratir muchas cosas y tener charlas de hermanos como hace mucho no las teníamos.